8 de Junio de 2025
ETAPA 12
CAPBRETON - IRÚN
Y llegó el último día. El que da la sensación que nunca va a llegar. Ese día que parece estar en el fondo del abismo cuando inicias el viaje. Parece mentira cómo se pasa el tiempo. Tantos meses de organización y estamos a punto de iniciar la última etapa. Cuando te despiertas en la Haima del camping sabes que ya son los últimos preparativos y que tienes que afrontar todavía 76 km.
Nos levantamos demasiado pronto para la actividad del
camping. La recomposición de las alforjas no es tan metódica. Las bicicletas han dormido a la intemperie junto a la tienda. La cafería está cerrada y nos toca buscar una boulangerie para desayunar en Capbreton, antes de empezar la ruta. A poco más de un kilómetro del camping encontramos una con una bollería increíble. Qué exquisitez.
Volvemos a introducirnos en el Interior del bosque por
las fantásticas "carreteras" sólo para bicicletas, y seguimos viendo
a muchos alforjeros, la mayoría jubilados con bicicletas eléctricas.
Los últimos kilómetros de La Velodysseé por el Bosque de Las Landas transcurren cercanos a localidades costeras con grandes
camping. Haciendo uso de algunas variantes de la guía, esquivamos zonas conflictivas por el tráfico y llegamos a Boucau. Una foto junto a su iglesia y continuamos por un trazado que comienza a ser muy urbano.
Tras rodar por el carril bici de una larga recta junto a la carretera urbana, llegamos al Puente del Río Adur y entramos en Bayona.
Y aquí se acaba El Bosque de las Landas. Decimos adiós a esos preciosos paisajes y a esos caminos asfaltados que facilitan tanto el uso de la bicicleta. Ahora entramos en la jungla del turismo costero por los carriles bici urbanos y con la presencia de vehículos y turistas. En muchos tamos compartiendo calzadas y aceras.
El día es muy húmedo y decidimos parar en una pequeña cafetería para calentar los cuerpos. Al continuar rodando, nos damos cuenta que es difícil saber cuando sales de una población y entras en la siguiente. De esta forma, dejamos Bayona y llegamos a Anglet, bajando a la Playa de la Petit Chambre d'Amour, situada junto a unos acantilados donde se encuentran ubicados unos bunker de la Segunda Guerra Mundial que formaban parte del Muro Atlántico.
Lo pero de bajar a ver las playas es que luego te toca subir. Y nos encontramos con una larga y empinada cuesta peatonal que nos obliga a empujar las bicicletas. Así llegamos a Biarritz, preciosa ciudad, y paramos un rato en su faro y el mirador para contemplar su costa acantilada.
Al salir del faro, nos sorprende el gran contraste de estilos arquitectónicos de los edificios.
Vamos recorriendo Biarritz por carriles bici, muchas veces compartidos en las aceras. Llegamos a la playa y contemplamos la gran afición al surf en días de temporal como el de hoy.
Dejamos atrás la playa y contemplamos las caprichosas formas de la Rocher du Basta y, en todo lo alto, la Iglesia de Santa Eugenia de Biarritz.
Unos metros más adelante, llegamos a otro punto muy turístico de la ciudad, La Rocher de la Vierge.
Seguimos pedaleando junto al mar y contemplamos la abrupta costa de Biarrit y sus imponentes palacetes hasta llegar a la Playa de Milady, donde paramos un poco para tomar algo de alimento.
La diversidad de parajes hace que tengamos que detenernos muchas veces, lo que está haciendo muy larga esta etapa. La orografía tampoco favorece mucho al pedaleo y la tensión con la que rodamos es alta debido a la cercanía de peatones y coches. El recorrido es muy urbano.
Dejamos Biarritz y entramos en Bidart para dirigirnos a la Capilla de la Madeleine y sus miradores, desde donde vemos la costa de la localidad de Guéthary.
Ver la costa vasco-francesa nos está pasando factura. El cansancio de todo el viaje y la fatiga acumulada se va notando y la sensación es de estar dándonos una paliza bajando y subiendo de las poblaciones con todo el peso que arrastramos.
Al salir de Bidart, decidimos darnos un respiro, no entrar en la localidad de Guéthary e ir directos hasta San Juan de Luz, a pesar de tener que compartir la calzada con el resto de los vehículos. No obstante, mantengo el trazado original en el track adjunto. Al llegar, comienza a chispear pero no llega a llover. Muy animada esta localidad en los alrededores del puerto.
A partir de aquí, decidimos continuar por el tazado origina de esta etapa y disfrutar de los últimos kilómetros del viaje. Gracias a ello, nada más salir de Sant Jean de Luz, nos paramos en un bonito mirador para ver "La Cornisa Vasca".
Y así, poco a poco, rodando por carriles bici, nos aproximamos a Hendaya. Tras una larga e interminable subida, nos detenemos un momento para llevarnos unas fotos de recuerdo.
Los kilómetros se van acabando, pero aún tenemos que recorrer la costa de Hendaya. Continuamos rodando por un carril bici compartido en la acera y pasamos por la larga playa y llegamos al puerto náutico.
La Velodysseé finaliza en Hendaya, pero nuestro destino es Irún, tenemos que volver a España. Para ello, seguimos pedaleando por un bonito carril bici junto a la desembocadura del Río Bidasoa hasta que llegamos al Puente Internacional de Santiago. Como este puente tiene tráfico rodado, paralelamente existe otro puente peatonal que nos mete en España y al que subes por un amplio ascensor desde el carril del Río Bidasoa.
Y así, cruzamos el Río Bidasoa, que hace frontera entre Francia y España. Estamos en Irún, a punto de finalizar este increíble viaje. Esta etapa se nos ha hecho muy larga, muchas horas invertidas lo que hace llegar muy tarde para comer. Son las 15:30, en Francia es impensable encontrar un restaurante abierto. Pero estamos en España y nos están esperando dos buenas pintas de cerveza fría a precio nacional para dar por cerrado este maravilloso viaje. ¡Nos la hemos ganado!
Una comida rápida antes de llegar al alojamiento y se acabó. Nuestra ilusión cumplida, nuestro sueño, superado. Atravesar Francia del Mediterráneo al Cantábrico y bajar a Irún por la costa del País Vascofrancés ya es historia. Aún nos cuesta creerlo. Hoy nos alojamos en la Pensión Bowling, muy cerca de la estación de Renfe y de la Terminal de autobuses.
No tenemos prisa en hacer el cheking. Las bicicletas dormirán en un amplio e inutilizado comedor. Rompemos las rutinas diarias, salvo el estiramiento del cuerpo. Se agradece la ducha, pero la sensación es extraña. Sabes que ya no tienes que volver a subirte en la bicicleta. Ya no hay que revisar el recorrido del día siguiente, ni lavar y preparar la ropa. Un pequeño descanso y un paseo por la zona de la pensión. No es muy vistosa, pero encontramos un pequeño y buen restaurante donde nos tomamos una merecida cena de homenaje. Mañana el bus nos llevará a casa. Volvemos con la familia y con las rutinas de siempre. Pero el recuerdo de los canales y el Bosque de las Landas se quedará con nosotros. El viaje ya es historia.
DECÁRGATE EL TRACK




No hay comentarios:
Publicar un comentario